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La instalación de detectores de gas exige un estudio previo del espacio en cuestión, identificando puntos estratégicos donde pueden acumularse vapores más densos o livianos que el aire, así como áreas de difícil ventilación que requieran una supervisión constante. En este proceso de instalación de detectores de gas, se consideran aspectos como la clase de gas a rastrear, la sensibilidad requerida y las condiciones ambientales—temperatura, humedad o presencia de polvo—que puedan interferir con la lectura de los sensores. Una vez completada la instalación, estos sistemas de detección de gases se integran a menudo con paneles de control centralizados o sistemas de automatización de edificios, de manera que, al detectar concentraciones anómalas, disparan alarmas acústicas y visuales y envían notificaciones inmediatas al personal de mantenimiento o a servicios de emergencia.